3 formas de sufrimiento en el trabajo

Christophe Dejours: 3 formas de sufrimiento en el trabajo

El médico Christophe Dejours es considerado una eminencia en la medicina laboral. En su libro «La banalización de la injusticia social», analiza la diferencia entre dos tipos de sufrimiento: el sufrimiento por no tener empleo y el sufrimiento en el trabajo. Dentro de este último plantea, a su vez, 3 formas de sufrimiento, las cuales trataremos a continuación.

¿En qué consiste el sufrimiento del trabajo?

1. El temor a la incompetencia

Primero, ¿qué entendemos por lo «real del trabajo»? Lo real se define como aquello que resiste a los  conocimientos, los saberes, los saber-hacer y, globalmente, al control. En el trabajo, lo concreto toma una forma mostrada por las ciencias del trabajo a partir de la década del 70. Básicamente, se da a conocer al sujeto por un desfasaje irreductible entre la organización prescripta del trabajo y la organización real del trabajo. En efecto, sea cual se la calidad de la organización del trabajo y su punto de vista, en las situaciones comunes de trabajo es imposible cumplir con los objetvios de la tarea respetando escrupulosamente las prespcripciones, las consignas y los procedimientos.

Ilustra esta situación con un ejemplo muy interesante en el que a un joven médico lo ponen a cargo del servicio de reanimación. Al principio realiza bien las tareas y se va ganando la confianza del resto del equipo médico. Pero luego empiezan a morirse sus pacientes. Las personas dejan de tener confianza en él. Por su parte, el doctor empieza a tener ciertos trastornos psicológicos.

Luego de algún tiempo, descubre que la causa de la muerte de los pacientes se daba por la máscaras de oxígeno, que estaban contaminadas con formol.

En las situaciones comunes de trabajo son frecuentes estos incidentes y accidentes de origen incomprensible que transforman y desestabilizan a los trabajadores más experimentados. A los trabajadores que están en estas situaciones muchas veces le resulta imposible determinar si sus fracasos tienen que ver con una falta de competencia o con anomalías del sistema técnico. Y esta fuente de perplejidad constituye una causa de angustia y sufrimiento que toma la forma del miedo a ser incompetente, a no poder estar a la altura o ser incapaz de enfrentar correctamente situaciones inusuales o inesperadas, en las que, justamente, este involucrada la responsabilidad.

2. Forzados a trabajar mal

Otra causa frecuente de sufrimiento en el trabajo surge de circunstancias en cierto modo opuestas a las mencionadas. En estas circunstancias tampoco hay problemas de competencia o saber-hacer. Pero aunque el que trabaja sepa lo que debe hacer, no puede hacerlo porque se lo impiden restricciones sociales del trabajo. Los colegas le ponen palos en las ruedas, el clima social es desastroso, cada cual trabaja en soledad y todo el mundo retiene información, impidiendo así la cooperación. Este tipo de dificultades impiden que de una u otra manera el trabajador realice correctamente su trabajo, porque se lo acorrala entre procedimientos y reglamentaciones incompatibles entre sí.

La obligación de hacer mal el trabajo, de tener que darlo por terminado o mentir es una fuente importantísima y extremadamente frecuente de sufrimiento en el trabajo, presente tanto en la industria, como en los servicios, o en la administración.

3. Sin esperanzas de reconocimiento

Cuando una persona pasa desapercibida en medio de la indiferencia general, cuando los demás la niegan, el resultado es un sufrimiento muy peligroso para la salud mental y  se produce una desestabilización de las referencias en que se apoya la identidad.

El reconocimiento no es un reclamo marginal de quienes trabajan. Muy por el contrario, se presenta como un elemento decisivo en la dinámica de movilización subjetiva de la inteligencia y la personalidad en el trabajo.

El sujeto puede transferir ese reconocimiento del trabajo al registro de la construcción de su identidad. Y ese momento se traduce efectivamente por un sentimiento de alivio, de placer, de levedad de ser, a veces, e incluso de elación. Y el trabajo se inscribe así en la dinámica de la autorrealización. Al no contar con los beneficios del reconocimiento de su trabajo ni poder acceder al sentido de la relación que vive con ese trabajo, el sujeto se enfrenta a su sufrimiento y nada más que a él.

Sufrimiento y defensa

Para concluir el tema, Dejours explica que los individuos desarrollan estrategias colectivas de defensa ante el sufrimiento. Expresa que si el sufrimiento no está acompañado por una descompensación psicopatológica, es porque el sujeto despliega contra él ciertas defensas que le permiten controlarlo. Están las defensas construidas y sostenidas colectivamente por los trabajadores.  Se trata de las “estrategias colectivas de defensa”.

¿Cómo hacen estos trabajadores para no volverse locos, a pesar de los requerimientos del trabajo a que se ven confrontados?

Se interpreta la normalidad como el resultado de un compromiso entre el sufrimiento y la lucha contra el sufrimiento en el trabajo. Y en este caso la normalidad no implica la ausencia del sufrimiento. Al contrario, podemos obtener un concepto de “normalidad en el sufrimiento”, en que la normalidad aparece no como el efecto pasivo de un condicionamiento social, conformismo cualquiera o una “normalización” peyorativa y menospreciable, obtenida por “interiorización” de la dominación social, sino como un resultado conquistado en la lucha contra la desestabilización psíquica provocada por los requerimientos del trabajo.

Podría ser que hacer el mal, es decir infligir al otro un “sufrimiento indebido”, ocasione también un sufrimiento a quién lo hace en el marco de su trabajo. Y si es capaz de construir defensas contra este sufrimiento, puede salvaguardar su equilibrio psíquico.

Bibliografía: Christophe Dejours,  «La banalización de la injusticia social». 

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